domingo, 25 de octubre de 2009

Asociacion Ilicita III

Mis pensamientos comenzaron a enfrascarse sombríamente dentro del concepto de "...de que si la muerte no es en realidad el ultimo medicamento", subieron, inmediatamente despues de Ciro y James, que habían subido en la entrega anterior, tres anomalías reproductivas lookeadas a lo "pibe chorro", se hablaban entre ellos con un perturbador tono de voz, ofensivo y desafiante, para ellos y para todo aquel que estuviera condenado a escucharlos.
Frases como:
" te voy a meter caño...", "no se que de la pasta...", "...te cabe" y no se que mas.
Me empezó a doler el hipotálamo. Ay...! Como me dolía el cerebro, estando atrapado en esta decadente sucesión de expresiones precolombinas.
No obstante, percibí una inusual calma en Ciro y James. No se miraban. Pero sus narices estaban alineadas en un eje imaginario. Por bizarro que parezca, incluso a riesgo de que el trazar esta comparación roce con lo erótico. Esa fraternal conexión que tienen dos asesinos, parecía condicionada, por una serie de códigos solo permitidos al ojo avizor.
El escándalo de los pibes chorros duro poco. Subió al colectivo, un Representante de la Ley.
El tono, y la naturaleza de los comentarios de estos chicos multicolores mutaron automáticamente. Muy educados, comenzaron a comportarse. Si hasta hablaban como si fueran dos estudiantes de Derecho de la Universidad del Salvador.
El hecho de percatarme de esto me recordó cierto discurso sobre el catalizador de las obscenidades en el que lo que se plantea es la trasgresión del lenguaje, tomando este ultimo como un mecanismo de control social.
El policía se bajó, inmediatamente despues de mirarme, de mirar a los pibes chorros, y de mirar a Ciro y a James, no sin antes intercambiar una mueca sarcástica con el conductor.
Lo que resulta innegable e inocultable de toda esta secuencia es que, Ciro, James y yo, al menos, nos habíamos percatado del súbito y repentino cambio en el comportamiento de los gritones del conurbano cuando subió el Representante de la Ley.
La o las presas ya habían sido seleccionadas. No sin un verdadero "leit motiv", y a decir verdad, eran excelentes especimenes, frutos verdaderos de una naturaleza desvirtuada. De la pérdida del sentido.
Bajaron.
Junto a ellos bajaron Ciro y James.
Desde arriba, alcancé a ver como empezaba. Una mirada socarrona de uno de los cabezas, probablemente el que en la jerarquía del grupo ocupaba un rol menor, el bufón de la corona, el que tenía que probar algo.
Me bajé en la siguiente esquina, donde desde la seguridad de la distancia, me garantizaba un palco de privilegio para observar, y en cierta forma participar de este sacrificio. Que sus hijos, por medio del ritual de la autodestrucción, realizaban a la naturaleza, esa naturaleza desvirtuada.
Recuerdo, no tanto los hechos, pero si las vividas expresiones de sus rostros. El gesto de sorpresa que no pudo evitar el que parecía ser "el alfita" del grupo, cuando James, disimulado en el mango de su paleta de ping pong extrajo un puñal, cromado, con vetas, y hasta un lascivo diseño de estilo "art noveau". Certero fue el puntazo que le aplico a "alfita". El cretino hijo de nadie. Se desplomó automáticamente. Sus rodillas se doblaron. Sus manos intuitivamente se colocaron en el pecho, intentando detener la hemorragia, esa hemorragia que lo sentenciaba. Desde lejos cualquiera hubiera pensado que este pibe rezaba, y en una sociedad contradictoriamente cristianizada como la nuestra. No me hubiera sorprendido. "La muerte es el ultimo medicamento..." recordé.
Los otros dos quedaron estupefactos. Ciro y James, absortos en su rutina, permanecían imperturbables, al pánico de sus victimas. Sus expresiones no delataban la menor sorpresa. Sabían muy bien, como terminaría esta historia. La sabían de principio a fin.
- Por favor...no me hagan nada.- Dijo, con la dosis de cinismo que lo caracterizaba a Ciro.
Inmediatamente despues de esto, giro alrededor del vulgar secuaz. Y con la precisión de un cirujano, un golpe seco le aplicó justo entre la segunda y tercer vértebra, justo debajo de la cabeza. El chico se desplomó. Sus piernas temblaban como si estuviera en shock. La piel de su rostro, genéticamente marrón, se tornaba azul.
Me distraje por un ruido en la puerta de una casa. Intente enfocarme nuevamente, probablemente me perdí lo que paso con el tercero, el inocente, el que había empezado todo con una mirada socarrona.
Se acercó gateando hacia mí.
-Por favor, ayúdeme.- Dijo.
Tenía el pico de una botella de vidrio, introducido en el ano, probablemente hasta la altura de su nervio hemorroidal, inferior. La sangre que fluía como un río de lava, por el sulfuroso volcán de su...culo, serviría como un indicador de la gravedad de la herida.
"...tengo poder sobre tu vida", pensé.
-...y no veo porque utilizar ese poder.- le susurré, para su mayor confusión.
Mientras lo abandonaba por la oscura vereda del zoológico, interrogándome acerca de que derecho tenía yo de involucrarme en el destino de otro, escuchaba a mis espaldas la llegada de estos kerberos urbanos, sedientos de sangre, hambrientos de carne, ávidos por el espanto ajeno. Sin culpas, sin penas, sin artificiales construcciones morales. Los desgarradores alaridos de sus victimas interrumpían la silenciosa melodía de la noche de Barrio Parque.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Asociación Ilicita II

Era una noche lluviosa.
-Era una noche lluviosa.- pensé.
-Bueno, los mejores cuentos empiezan con "era una noche lluviosa".- mi monologo se hacía parte de mis pensamientos, inspirado por esos ardides y neologismos que solo nuestro fuero interno nos permite.
Así que rumbié para el lado de Barrio Parque. Fui caminando hasta Mitré a tomarme, el 10. El perro que mi vecino tiene suelto en la puerta de calle en su casita de material, como tantas otras veces me acompañó, lamiendo la misantropía de mis huellas, y jugando alrededor mío, como yo, sin hacerse mucha historia por las gotas de lluvia que caían sobre nos. "Raindrops falling on my head" melódicamente hubiera acompañado la ocasión. Esto resultaría anecdótico puesto que en viaje, más o menos cuando el 10, estaba por doblar en Salguero. Subieron Ciro y James, pese que yo los había visto en una treintena de oportunidades, ellos un poco por mi tendencia a pasar desapercibido, y otro poco por sus desaprensivas tendencias, no se percataron de mi ubicación, al fondo y cerca del timbre, testigo silencioso de sus travesuras y aberraciones.
-Lo único que falta es que elijan una víctima.- Murmuré tranquilo, sabiendo que conmigo seguro se llevaban una sorpresa, yo los conocía, ellos a mí (teóricamente) no.
-Algo esta por pasar, los mejores cuentos empiezan con "era una noche lluviosa".-Pensé y repensé.

martes, 20 de octubre de 2009

Asociación Ilicita I

Asociación Ilicita...una historia de amigos...así como la pelicula Stand By Me- I (es "i").


-Son dos pibes medio raros esos dos...- Dijo una de las viejas del barrio.
-Déjalos, son jugadores de ping pong...es la nueva tribu urbana...siempre andan de a dos, eso los caracteriza- Dijo la otra con esos aires de "viejita cool" que siempre esta atenta a las nuevas tendencias, como un mecanismo para pretender un acercamiento con sus nietos, ahora que su hijo "el abogado", se había divorciado.
-Ah bueno...- Dijo la otra, apabullada.

La conversación la escuche, "al pasar", y no pude evitar cagarme de risa, pero lo que si es cierto es que, por un lado Ciro y James, eran dos pibes medio raros, después, la verdad sobrevendría con esos argumentos que solo los hechos gustan de poner de manifiesto. Lo otro que también era cierto es que eran jugadores de ping-pong, la nueva y misteriosa secta urbana que poco a poco, mesa a mesa, empezaba a instalarse en la ciudad, como la nueva tendencia, la nueva ola, la nueva gran cosa, la ultima sensación de las selectas juventudes que poblaban Barrio Parque. Pero la puta, que pasara algo en Barrio Parque no era poco, y a mi me gustaba verlo.
Hacía ya algún tiempo que me había empezado a gustar ir a caminar por Castex y por atrás de la Embajada, un poco porque como mi cripta está en Avellaneda y ahí no hay callecitas lindas y arboladas para patear. Y otro poco porque, bueno porque soñar es gratis, y patear por ahí era una de esas picardías, las picardías en las que soñás despierto. Y todo te chupa un huevo.

El otro era el Infractor Habitual, a ese lo tenía visto, me parecía "entre soso e hijo de puta", así que mucho no lo trate, era esa clase de tipos que uno no necesita conocerlo para saber que es un forro.
Siempre caminando solo y seguro de si mismo, como esos que parecen empujados por sus propias putadas a hacer lo que se les canta. Un hijo de puta.

Como se conocieron el Infractor Habitual, los jugadores de ping-pong Ciro y James, es una de esas incógnitas que nunca quedan del todo claras, como se conocieron pareciera una ecuación de doble incógnita en realidad, eso si recorriéramos la particular forma de modificar o contrarrestar la realidad que estos tres inadaptados descubrieron con el estilo frío, preciso y disonante que el lenguaje de la matemática así, sin muchas inconsistencias ni mariconadas de clase media, nos provee.

Ah!! Como olvidarlos, también estaban los tíos cebados, tipos laburadores, pero cebados, habían pegado un laburo en el camión del turco Julio, le levantaban los huesos y pedazos de grasa a todas las carnicerías que podían, y y y y y...que el turco Julio vendía trozada de una manera artesanal a una fabrica de jabón. Helo, Julio manejaba un camión cebero. Habrás notado, puto lector, que mencioné que "vendía trozada de una manera artesanal", "ar-te-sa-nal", estos salvajes violados (el turco Julio se los había violado uno por uno estando en pedo, también los violaba con el sueldo, los tenia en negro, pero eso no se notaba) iban en la parte de atrás despedazando a martillazos, hachazos y golpes contra los vértices del camión, pedazos de desafortunadas reces que tuvieron la puta suerte de nacer en Argentina, país carnívoro y adicto a la parrillada. Eran artesanos del descuartizamiento los muy jodidos.